En un reino muy lejano, una princesa y un príncipe se casaron por amor.
Ellos se amaban incondicionalmente y siempre se miraban con ojos tiernos, llenos de dulzura y ternura.
Un día la
princesa se dio cuenta que su príncipe ya no la miraba como antes y empezó a
especular sobre cuales podían ser los motivos de este infortunio.
-Será porque ya no siente el mismo amor y pasión hacia mi...
-¡¡¡Será que tiene a otra y me lo está ocultando!!!
-¡¡¡Será que tiene otro y me ha ocultado sus verdaderas tendencias!!!
-Será mmmmmmmmm....
Así cada pensamiento nuevo que aparecía en su cabeza, la atormentaba más y más.
Hasta que un día no pudo resistir más y le pregunto directamente a su príncipe:
-¿Por qué no me miras como antes?
Y el príncipe contesto:
¡¡Ay cariño mío!! Tengo que ir al oculista a que me haga unas gafas nuevas porque con estás no veo ni torta.
Moraleja: No vale la pena torturarse por algo que no sabemos con certeza. Si tienes alguna duda siempre pregunta primero y luego saca las conclusiones.